miércoles, 2 de marzo de 2011

URANIA

"(...) Entre las almas terrestres que flotaban en la atmósfera de Marte había encontrado ya (pues las almas se sienten) la de Iclea, que había seguido la suya, arrastrada por una atracción constante.
Así se habían reunido uno con otro en uno de los paises más privilegiados de aquel mundo, como si hubieran estado destinados a encontrarse de nuevo en la vida y a compartir las mismas emociones, los mismos pensamientos y los mismos trabajos. Además, aunque la memoria de su existencia terrestre permaneciera velada y como borrada por la nueva transformación, un vago sentimiento les indicaba que había entre ellos parentesco espiritual, y apenas volvieron a verse, los unió inmediatamente viva simpatía. Su superioridad psíquica, la naturaleza de sus pensamientos habituales, el estado de su espíritu acostumbrado a averiguar los fines y las causas, les habían dado una especie de penetración íntima, que los apartaba de la ignorancia general de los vivos. Habíanse amado tan pronto, habían experimentado de manera tan pasiva el influjo magnético de su encuentro, que no tardaron en constituir un solo y mismo ser, tan íntimo como el que formaban al ocurrir la separación terrestre. Recordaban que ya se habían visto en otra parte, y pretendían que era en la Tierra, en aquel planeta cercano, que brilla al caer de la tarde con tan vivos resplandores en el cielo de Marte; y en sus vuelos solitarios por encima de las colinas pobladas de plantas aéreas se ponían a contemplar a veces el "lucero vespertino", procurando reanudar el hilo de la interrumpida tradición."

Camilo Flammarion - 1953.

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