miércoles, 22 de septiembre de 2010

En puntas de pie.

Sigo caminando hacia el infinito, los carteles de la ruta indicarán dónde doblar, dónde disminuir la velocidad y dónde precaverme de un derrumbe, o no. Llovizna sobre mí, pero esto no es más una expresión de tristeza ¡todo lo contrario! lavan las gotas mis ojos, mis labios, mi pelo, mi cuerpo, mi alma... como el Río del Letheo..acaso el Gigante esté allí aguardándome tras un arbol escondido, a que termine de atravezarlo. Cae la tarde, los árboles apenas se distinguen, ya nada tiene color, pero me siento bien.
Camino. Disfruto la vista. Se humedecen mis células al compás del viento frío del mar que acaricia mis mejillas sobre este acantilado sin fin. En los bolsillos, nada. Quizás me lleve a un mejor lugar, esto que siento de mi, no podré saberlo hasta el día en que cierre mis ojos por última vez... acaso eso vale! acaso es, la vida misma. Si es así, ya no se cuál es mi sueño...o ya no tengo la capacidad de soñar, o sí, aguardandome en la esquina mas lejana. Solo quiero ser fiel a lo que siento hoy, a lo que tengo ganas de hacer, a lo que deseo, exhalando cada segundo, atesorando cada minuto... no puedo ver el futuro y si pudiera le quitaría encanto.. el pasado cerró la puerta tras de sí. Pero el presente es esta ruta que va avanzando bajo mis pies, con sus charcos salpicando las botamangas de mi jean... Bienvenida la noche. Bienvenida a esto que, sin querer ni pretenderlo, soy ahora (o siempre fui).